¿Bailamos? Sensaciones eléctricas

Has vuelto a mi vida y de qué manera… llevo tres días luchando contra mis propios demonios internos, no consigo sacarme de la cabeza el pensamiento de que hubiera pasado si aquella noche no te hubieras marchado tan pronto, si al día siguiente no tuvieras que haber cogido aquel avión para irte a miles de kilómetros para volver a casa, o si yo me hubiera dejado llevar no haciendo caso a mis estúpidos principios de rectitud porque eres hombre comprometido, si me hubiera ido aquella noche contigo a tu habitación de hotel después de aquel baile… sí, todo comenzó por ese baile, ese baile que nos marcamos juntos después de la cena de cierre de la feria de trabajo que tuvimos esa semana, esa actividad empresarial que nos hacía volver a coincidir después de tres años…

La primera vez que te conocí, la primera vez que yo fui a tu país, no bailamos, solo trabajamos… en aquel entonces no hubo tiempo para el disfrute, fue un primer contacto, un primer acercamiento muy eléctrico, en el que saltaron chispas ¿te crees que no me di cuenta de como me mirabas? ¿de como me hablabas? No hubo tiempo para más… al finalizar la reunión me preguntaste si yo sabía bailar, te dije que creía que sí y soltaste una carcajada de condescendencia, de repente tu semblante se volvió serio, y te acercaste a mi oído para hacerme la promesa de que la próxima vez que coincidiéramos bailarías conmigo, yo sonreí y no entendí nada de aquello, pero lo dijiste con tanta firmeza y seguridad que no dude ni un solo momento que así sería…

En aquella ocasión, fui yo la que me tragué diez horas de avión de regreso a casa pensando en aquel desconocido que me prometió bailar, que me dejaba helada con su mirada penetrante, que me resultaba tan atractivo con su traje de ejecutivo, que me cautivó con el tono de su voz cada vez que hablaba, que decía las cosas con una convicción única que yo nunca había visto, pero al final resultó que fui yo quien te conquistó al abrir mi boca, tanto que después de aquel primer encuentro profesional me pedías notas de audio por el whatsapp porque mi voz era música para tus oídos… y así estuvimos tres años manteniendo el contacto, hasta que la vida y los negocios nos volvieron a unir… para esta vez sí bailar…

Y como te iba diciendo, cuando pusiste tus manos sobre mi cintura para marcarme los pasos al compás de la música, las chispas pasaron a ser calambres en mi vientre, corrientes eléctricas que recorrían todo mi cuerpo de pies a cabeza, cada vez que tus manos rozaban mi piel, cada vez que me volteabas para cambiarme la dirección y nuestras miradas se encontraban, cada vez que me empujabas para acercarme a tu pecho y dejar tu boca a milímetros de la mía, cada vez que me hacías girar para volver tan cerca de ti que sentía tu aliento en mi nuca, mientras tú equilibrabas mi centro me recogías con tus brazos, para fundir nuestras caderas en un movimiento rítmico único… entonces comprendí lo que significaba para ti bailar, lo que realmente me habías prometido en mi ignorancia, bailar contigo fue hacer el amor de pies en la pista sin más… no hay otra descripción posible a lo que sentí en aquel momento…

Y al terminar aquel mágico vaivén, volviste a susurrarme al oído, esta vez para decirme que bailarías conmigo todas las noches si fuera posible pero las circunstancias y el momento no lo permitieron, y yo de nuevo, atendiendo a mi moral retrógrada, porque ser la otra no está nada bien… te dejé marchar nuevamente…

Pero está claro que la vida es caprichosa, y el destino nos la quiere volver a jugar, ahora me dices que en un mes y algo nos veremos, que volvemos a trabajar juntos en un nuevo proyecto, y yo me echo a temblar de solo pensarlo, porque en este último año desde que me hiciste volar en la pista, no hay una sola noche en que no piense que me encantaría volver a bailar contigo, y cuando lo pienso los calambres me sacuden internamente, un cosquilleo inquietante me pone frenética, pero hasta ahora me salvaba la distancia, y soy consciente de que esta vez no habrá escapatoria, que en cuanto te vea sucumbiré a tus deseos y a los míos propios, que me dejaré llevar al fin… que dejaré de lado mi falsa moral y daré la espalda a mis posibles remordimientos por portarme mal, pero esta vez me da igual, como tú dices “ya no tengo fuerzas ni voluntad para decirte que no”, así que ten claro que esta vez seré yo la que en cuanto me baje del avión te pida bailar…

Besos Sensacionales de Allegra

Deja un comentario