En esta vida he tenido la suerte y la desgracia de pasar por ciertos periodos críticos, puntos de inflexión como se suelen llamar, momentos límites que nos hacen cambiar de percepción y de cómo vemos la vida, instantes que marcan un antes y un después como solemos decir. Digo desgracia, porque son momentos en los que te puedes llegar a hundir con el barco completo, y si no resistes, puedes caer en depresión o crisis de ansiedad, y eso siempre deja secuelas psicológicas difíciles de superar, pero poder, se puede aunque cueste… Y digo suerte, porque voy consiguiendo levantarme y salir adelante, entonces me quedan las enseñanzas, lo positivo, todo lo que aprendí por el camino, eso es lo que merece la pena, lo que nos hace fuertes, personas maduras y que crezcamos emocionalmente.
En mi caso, ya te digo, he tropezado con muchas piedras, y muy duras a veces, pero esas piedras siempre me han dejado heridas, cicatrices e inmensas lecciones que hoy quiero compartir contigo, me quedan muchas más por aprender, pero hasta el día de hoy te puedo decir que:
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